martes, 19 de mayo de 2020

Ocupación policial y una alcaldesa en apuros





El dictador Francisco Franco y todos sus competentes gobernadores militares felicitarían a la alcaldesa de Getxo Amaia Agirre por la toma policial del barrio de Romo. Hacía tiempo que no se respiraba ese aire marcial de los estados de excepción. Y los nostálgicos del antiguo régimen ya saben que aunque tiempos pasados siempre fueron mejores, vendrán nuevos inesperadamente - ya saben, lo de las banderas victoriosas -. Seis furgonetas de la brigada móvil de la ertzaintza más otras seis patrullas tomaron la tarde del 19 de mayo los alrededores del antiguo euskaltegi y la plaza de Gobelaurre donde se celebraba una asamblea en la que había menos jóvenes que policías. El sueño de los gobernantes obtusos es que haya más policías por metro cuadrado que ciudadanos. Desde luego la escena, por grotesca, no deja de causar estupor. Es al mismo tiempo la nauseabunda manera de iniciar la campaña electoral que culminará el 13 de julio, aunque debiera, por coherencia, haberse trasladado al 18 de julio. 

Con apenas un año de anodina gestión, y una insulsez ciertamente memorable, la alcaldesa ha puesto al fín algo de su parte. Y dado que su fuerte no es la sintaxis verbal ni la prosodia, ha recurrido al lema que aquel ministro del interior franquista Manuel Fraga dejara para la posteridad a modo de recomendación para los sucesores: "la calle es mía". La estulticia, tan frecuente en los políticos de partido sin más mérito que el tesón trepil o el apellido, es mala compañera. La necedad es bien sabido que se demuestra andando, y cuanto más camino recorre la persona estulta, mayor es el equívoco. La alcaldesa creerá que no va con ella, porque de haber palos, los recibirán "los de siempre", entre los que no estará ella - su abuelo pensó lo mismo y así le fue -. Los que a palos sacaron a su abuelo de este pueblo, hoy le felicitan por poner el orden donde y como Dios manda. Esa medalla es toda suya. 

Lo cierto es que la fuerza bruta  no es precisamente una buena cortina con la que disipar las responsabilidades. La alcaldesa sigue teniendo sobre su mesa el compromiso adquirido de ubicar un gaztetxe en Romo. Cada hora que pasa es una hora que incumple su merced tal compromiso. Y la maniobra que pretende urdir junto a sus maltrechos compañeros de gobierno, es decir, el derribo de la nagusien etxea, es violar otra vez un acuerdo adquirido con todas las personas mayores de Romo, colectivo al que su partido ha abandonado durante años en residencias concertadas con el gobierno que su partido controla y que ha sido en la pandemia reciente el más vulnerable mientras su partido y usted pedían refuerzo policial para hacer suyas las calles. La alcaldesa esgrime sus votos cuando debiera abrir los oídos y abre los oídos al rumor de los votos. Para gobernantes de este estilo funesto Erasmo escibió un librito hace cinco siglos. Su merced haría muy bien en leerlo. Si no lo entiende, no llame esta vez a la policía. En sus academias no se lee.


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