viernes, 29 de mayo de 2020

La urticaria del poder: por qué pasó una oportunidad en Getxo




El autoritarismo desbocado no es una alergia exclusiva de la derecha rancia e intransigente. Y la demagogia simplista pero efectiva ha estado siempre al servicio de quienes desde el poder o su antesala han cumplido la regla de Goebbels de la repetición que se convierte en verdad de todo a cien, pero en verdad al fin y al cabo. Vivimos tiempos de crispación meditada y horneada entre los que detentan el poder político y quienes también dentro de él pero aspirando a recuperarlo pretenden encuadrar a la ciudadanía en soldaditos de plomo que se fundan defendiendo al gobierno o a los otros gobiernitos en manos de la vocífera derecha. Poco importa que gobiernos autonómicos de ambos signos en los años previos hayan ejecutado idénticas políticas, entre ellas de precarización sanitaria y social. Poco importa que en otras latitudes como la vasca, el presupiesto que tiene la Sanidad es menor del que podía disponer en el anterior ejercicio gracias a un pacto del partido conservador que gobierna Euskadi desde hace 40 años y Podemos. Y ese presupuesto es el que se ejecutará este y el año que viene. La mascarada entre galgos o podencos tiene además un elemento más perverso. Hay quien considera que es necesario defender a capa, espada y balloneta al gobierno "progresista" porque está en juego el futuro del estado de bienestar. Ni este gobierno y sus dos partidos ni ninguna de las derechas pone en cuestión que el estado  de bienestar lleva tiempo enjuagado en reglas ni impugnadas ni reformadas, como el pueblo de Grecia podría explicarnos y relatarnos hasta la naúsealos  soldaditos ciudadanos que veían en Tsipras un impugnador de la dictadura del capitalismo liberal en occidente. Así pues, las batallas son más ficticias que reales, más impostadas que naturales, y sobre todo y principalmente, y he aquí lo soez y real, fundamentalmente estéticas.

El debate emancipador en nuestra sociedad llega demasiado tarde para estar tranquilos. Los independientes de Getxo surgimos en 2011 como un grupo asombrosamente modesto de personas que llegamos a la conclusión de que buena parte de los males de nuestro pueblo respondían a una causa mayor. Las inundaciones de los barrios en la vega del río Gobelas, la proliferación de antenas, la construcción de un teatro que ha triplicado su presupesto tras doce años de obra, la proliferación urbana especulativay la colmatación de suelo rural, la degradación de la calidad del aire y las condiciones medioambientales debido a la proximidad con el puerto de Bilbao, obras adjudicadas a turbias empresas y con propósitos aún más perjudiciales como la del parking de Ibarbengoa o su anterior estación cerrada y hoy obsoleta. Todos estos males respondían a un modo de vida administrado en el que la emancipación política pasa por la toma de poder individual y colectiva. Otros llamaron a esto un poco de tiempo después "empoderamiento de la gente". 

Si en 2011 decidimos formar Independientes de Getxo fue porque considerábamos, como seguimos haciéndolo con más pruebas acada día, que las estructuras de los partidos no solo suponían un obstáculo a esa necesaria emancipación política, sino que eran los gestores de ese mundo administrado cuyas consecuencias antes citadas vivimos como un clonflicto a cada rato. No éramos ni somos un partido aunque figuremos por obligatoriedad legal como tal. En Independientes de Getxo no habrá personas que puedan vivir de liberación alguna, ni cargos por los subir y hacer bajar a otras corrientes o arribistas, y no aspirábamos ni aspiramos a gobernar la sociedad del desastre. Reivindicamos la urgente necesidad de recuperar lo político, frente al dominio de la política, es decir, las camarillas que con tonalidades de un mismo color dan por buena la jerarquía social, la supervivencia dependiente y la sumisión de la ética a la utilidad política.

Por eso abrazamos la incipiente esperanza que pudo suponer en sus primeros días el 15-M antes de que este derivara en una bisoña ilusión de paerttido parlamentario. Por eso creímos en 2015 en la agrupación de electores que fue GUK y que apoyaron también Izquierda Unida de Getxo y Podemos. Por eso seguimos creyendo en 2019 el GUK que presentamos a las elecciones municipales de Getxo. Era un proyecto salido de Getxo para el pueblo de Getxo.

Nos apena pensar que ya no sea así. Que las necesidades y consignas de partido estén derivando en un empobrecimiento donde el mundo se ve bajo el sesgo de seguidores de consignas o enemigos caínitas; que lo que nació con la libertad de no tener muñequeras, sea hoy una sucursal simplona, que lo que pudiera ser reflejo de la diversidad local de Getxo, pueda derivar en la caja de resonancia de una estructura mucho mayor atravesada por el conflicto de querer ser gobierno, y serlo, y querer ser receptor del apoyo de los que impugnan la injusticia y perversidad del sistema y su gobierno.

Los Independientes de Getxo mantenemos la necesidad de fomentar en Getxo y para Getxo un movimiento que posibilite un verdadero debate político. La pandemia que estamos viviendo es un aviso de que puede ser demasiado tarde para la esperanza, pero nunca lo es para la urgencia de darse cuenta. Sin tutelas ni obediencias enmascaradas.

martes, 19 de mayo de 2020

Ocupación policial y una alcaldesa en apuros





El dictador Francisco Franco y todos sus competentes gobernadores militares felicitarían a la alcaldesa de Getxo Amaia Agirre por la toma policial del barrio de Romo. Hacía tiempo que no se respiraba ese aire marcial de los estados de excepción. Y los nostálgicos del antiguo régimen ya saben que aunque tiempos pasados siempre fueron mejores, vendrán nuevos inesperadamente - ya saben, lo de las banderas victoriosas -. Seis furgonetas de la brigada móvil de la ertzaintza más otras seis patrullas tomaron la tarde del 19 de mayo los alrededores del antiguo euskaltegi y la plaza de Gobelaurre donde se celebraba una asamblea en la que había menos jóvenes que policías. El sueño de los gobernantes obtusos es que haya más policías por metro cuadrado que ciudadanos. Desde luego la escena, por grotesca, no deja de causar estupor. Es al mismo tiempo la nauseabunda manera de iniciar la campaña electoral que culminará el 13 de julio, aunque debiera, por coherencia, haberse trasladado al 18 de julio. 

Con apenas un año de anodina gestión, y una insulsez ciertamente memorable, la alcaldesa ha puesto al fín algo de su parte. Y dado que su fuerte no es la sintaxis verbal ni la prosodia, ha recurrido al lema que aquel ministro del interior franquista Manuel Fraga dejara para la posteridad a modo de recomendación para los sucesores: "la calle es mía". La estulticia, tan frecuente en los políticos de partido sin más mérito que el tesón trepil o el apellido, es mala compañera. La necedad es bien sabido que se demuestra andando, y cuanto más camino recorre la persona estulta, mayor es el equívoco. La alcaldesa creerá que no va con ella, porque de haber palos, los recibirán "los de siempre", entre los que no estará ella - su abuelo pensó lo mismo y así le fue -. Los que a palos sacaron a su abuelo de este pueblo, hoy le felicitan por poner el orden donde y como Dios manda. Esa medalla es toda suya. 

Lo cierto es que la fuerza bruta  no es precisamente una buena cortina con la que disipar las responsabilidades. La alcaldesa sigue teniendo sobre su mesa el compromiso adquirido de ubicar un gaztetxe en Romo. Cada hora que pasa es una hora que incumple su merced tal compromiso. Y la maniobra que pretende urdir junto a sus maltrechos compañeros de gobierno, es decir, el derribo de la nagusien etxea, es violar otra vez un acuerdo adquirido con todas las personas mayores de Romo, colectivo al que su partido ha abandonado durante años en residencias concertadas con el gobierno que su partido controla y que ha sido en la pandemia reciente el más vulnerable mientras su partido y usted pedían refuerzo policial para hacer suyas las calles. La alcaldesa esgrime sus votos cuando debiera abrir los oídos y abre los oídos al rumor de los votos. Para gobernantes de este estilo funesto Erasmo escibió un librito hace cinco siglos. Su merced haría muy bien en leerlo. Si no lo entiende, no llame esta vez a la policía. En sus academias no se lee.


martes, 12 de mayo de 2020

Ante el cierre manu militari del gaztxete de Romo



Hace unos meses, creíamos que el talante de la alcaldesa de Getxo, Amaia Agirre, distaba de sus dos predecesores, caracterizados por el impulso cuartelero y la negociación hueca. Ayer una veintena de agentes policiales debidamente armados y operarios municipales irrumpieron en la euskaltegi de Romo para sellar su puerta y ventanas. Desde hace unos meses la euskaltegi había sido ocupada por un colectivo de jóvenes para desarrollar las actividades del gaztetxe que el ayuntamiento no termina de construir pese a haberlo prometido hace cinco años. El solar que conforma el antiguo euskaltegi y la nagusien etxea es desde hace años un azúcar inmobiliario. El ayuntamiento y la diputación tienen un plan para enjuagarlo: un centro que edifique casi tres veces los metros actuales y añada pisos en venta. Nada nuevo bajo el sol del ladrillo.

Es ahora por tanto el ayuntamiento quien ocupa la antigua euskaltegi y pone el barrio de Romo bajo presencia policial las 24 horas del día. Es aquí donde debemos llegar porque la propia alcaldesa afirma que es el orden y la ley lo que debe prevalecer por encima de todo, es decir, de los demás. De los demás porque el orden y la ley no casan muy bien con la gestión cortejil y clientelar de su equipo de gobierno.

La alcaldesa de Getxo da dos pasos de una sola vez. Se desembaraza de un gaztetxe que puede darle rédito ante el electorado conservador y prepara el escenario para el derribo de la Nagusien Etxea contigua.

El cierre del gaztetxe por la policía no despeja el problema de que Getxo acordó devolver un espacio para los jóvenes de Romo. La alcaldesa demuestra que, a pesar de ser una estudiosa y teórica de la resolución de conflictos, tiende a resolverlos con los dedos de los pies.

Buena parte del vecindario de Romo quizá vea con buenos ojos las soluciones policiales para los problemas sociales. Buena parte de la población de Romo asiste a la nagusien etxea que es el mayor centro social para los mayores de todo Getxo. La escena de ayer se repetirá, al menos esa es la intención de la alcaldesa, con los mayores de la nagusien. En Getxo, la derecha como la izquierda no dan da un duro por la nagusien. En el teatreo político -está claro que al menos en esto PSOE, PP y PNV están de acuerdo- en estos últimos añós por otro lado tanto EH Bildu como Podemos han pasado por la rueda de molino consuetudinario de la real politik. Algunos de los mayores que aplaude a la policía desde su balcón dejará de hacerlo cuando esta irrumpa en la nagusien.