sábado, 23 de noviembre de 2019

Coletas y coletazos de Madrid a Getxo






Hay por fin coherencia en Podemos, el movimiento presentado hace cinco años como renovador de la política española. La definición se somete a los dialectos y hechos que ahora este partido organiza y emprende en aras a entrar en el gobierno presidido por el líder socialista Pedro Sánchez. ¿Cual es esa coherencia de la nueva izquierda en España? La que vislumbró desde su nacimiento, la de regenerar el sistema políticos y económico. Es decir, reordenar el extenso cuadro de gestores y mandatarios del estatus quo. El líder de Podemos, Pablo Iglesias Turrión reconocía en la tarde del 21 de noviembre que la constitución tenía su campo fértil. Días atrás puso el carro delante de los bueyes, y avanzó a las obedientes, comprensivas y encuadradas bases moradas que la nueva política, es decir ellas y ellos, se iban a dejar muchos pelos en la gatera de la negociación por entrar en el gobierno español. 

Al mismo tiempo, Elkarrekin Podemos, consumaba un acercamiento en Euskadi al liberal PNV para sacarle los presupuestos. La formación morada no fijaba ni líneas rojas en el diálogo con el PNV, habiendo avanzado un mes antes por boca de su sorprendente líder vasco que Elkarrekin Podemos coincidía con las líneas estratégicas del presupuesto manifiestamente neoliberal que el PNV viene subrogando y con el mazo aplicando en Euskadi. 

Y el escenario de cunnilingus político nos permite hacer ficción, que es la mejor forma de acercarnos a la realidad. Sospechamos, oh pobre chusma dirigida, que el beso de Podemos al PNV se extenderá a los municipios como Getxo. No es que en la inmensa mayoría de ellos Podemos sea de utilidad alguna ni para el PNV ni para nadie. El simbolismo de la entrega es lo que le revierte al PNV rédito. Le pone galones progresistas mientras que prosigue ejecutando una gobernanza obtusa, asfixiante, empobrecedora y clasista. Y Getxo es el paradigma cum laude. 

El arrumaco podemita al PNV tiene la estulta intención política en la que han caído todos los partidos estatalistas. Han pretendido que los cucos cónsules jeltzales no se aventuren por campos excesivamente emancipatorios. A cambio, le han otorgado la hegemonía de la que goza con mayor campo de despotismo, control social, corrupción y quebranza de la cohesión social. A Podemos, como históricamente al PSOE, le viene el síndrome de la rotura nacional. Ahora que se mal negociaba la posibilidad de un nuevo estatuto vasco pactado, apartado el debate sobre la ley de territorios históricos, la carantoña de Podemos trunca todo peligroso debate estatutario y aleja al PNV de ese camino, a costa de darle el camino entero con el que seguir rodilleando bananeramente la comunidad vasca. 

Al tiempo que el líder Napoleón de la granja de la nueva izquierda no consigue salir de una tramoya con el hueco Sánchez panza, la política es un escenario de masacre. Robert Taylor, hoy condenado por delitos contra la humanidad en Liberia, se presentó a finales de los años 70 con este lema: “He matado a tu padre. He matado a tu madre. Y tú me votarás”. Hagamos un préstamo y una torticera analogía. Son los que han recortado los derechos y libertades de la inmensa mayoría de la gente; son los que someten a la miseria física y moral administrando las vidas y apropiándose de las decisiones políticas de la población; son los que gestionan el desastre y lo hacen colectivo. Y les han votado. Pero eso no les hace menos culpables. Por mucho que se pongan la nariz de payaso de la democracia y la demoscopia. Sus pactos en Madrid, en Gasteiz o en Getxo en el presente son la miseria de mañana. Por mucho que se presenten como irrisible alternancia a una derecha señoril y trabuquera. El empoderamiento que antes se reclamaba es más necesario hoy que nunca, la determinación personal y colectiva para desterrar yugos, flechas, clichés y jerarquías.



Posdata: El partido socialista en Getxo y suponemos que el morado van a consultar a sus bases el acuerdo tomado y bien atado por sus jerarquías. Pocos ejercicios de filibusterismo elitista pueden ser tan lamentables. En ese circo de la pantomima participativa es en lo que han convertido a la democracia. 

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